Yo tenia un plan desde hace meses para mi lámpara, pensaba decorar la utilizando la tela de un forro para cojín que compre hace tiempo, imaginé que se vería preciosa junto al nuevo sillón en mi habitación. Cuando por fin me decidí a actualizarla ya no me gustó como se veía. La observé desde varios ángulos, a media luz, con la cortina abierta, cerrada... sabía en el fondo que ya no era la mejor opción pero me resistía a abandonar mi idea original. Mientras debatía con mis pensamientos, mi hija Carolina entra a la recámara y me dice con cara de susto: mamá, vas a poner esa tela en la lámpara?, no crees que se ve mejor blanca? así como está?. Yo le insistí en ese momento que la tela era muy bonita, que la lámpara se vería muy bien, etc. Ella solo alzó los hombros se fué.
Yo no quería cambiar de decisión, me incomodaba; pero el escuchar las palabras de mi hija me hicieron recapacitar, entendí porque a Carolina le gustaba mas la lámpara blanca: el forro simplemente le quitaba luminosidad a la habitación. Cuando resolví cambiar de opinión me emocioné, terminé mis quehaceres de ese día y en cuanto mis hijos durmieron me puse creativa y me acordé que tenía por ahí una pintura que acababa de utilizar para otro proyecto. Fuí a la cocina y empecé a pintar, fue liberador hacerlo, no tomé el tiempo pero no creo que me haya llevado mas de 5 minutos terminar. Me gustó, de hecho me gusto muchísimo el resultado.
Al día siguiente cuando Carolina vió la lámpara de nuevo se sorprendió y quedó encantada al igual que yo con los resultados, ella pensaba que era otra tela, le expliqué que la había pintado y no podía creer lo bien que se veía.
En cuestiones de decoración y en la vida misma es importante reconocer cuando una decisión previamente tomada ya no resulta la mejor; pero es mas importante actuar y tomar otra decisión que al menos en ese momento te deje satisfecha; algo así como la historia de mi lámpara.
Yo no quería cambiar de decisión, me incomodaba; pero el escuchar las palabras de mi hija me hicieron recapacitar, entendí porque a Carolina le gustaba mas la lámpara blanca: el forro simplemente le quitaba luminosidad a la habitación. Cuando resolví cambiar de opinión me emocioné, terminé mis quehaceres de ese día y en cuanto mis hijos durmieron me puse creativa y me acordé que tenía por ahí una pintura que acababa de utilizar para otro proyecto. Fuí a la cocina y empecé a pintar, fue liberador hacerlo, no tomé el tiempo pero no creo que me haya llevado mas de 5 minutos terminar. Me gustó, de hecho me gusto muchísimo el resultado.
Al día siguiente cuando Carolina vió la lámpara de nuevo se sorprendió y quedó encantada al igual que yo con los resultados, ella pensaba que era otra tela, le expliqué que la había pintado y no podía creer lo bien que se veía.
En cuestiones de decoración y en la vida misma es importante reconocer cuando una decisión previamente tomada ya no resulta la mejor; pero es mas importante actuar y tomar otra decisión que al menos en ese momento te deje satisfecha; algo así como la historia de mi lámpara.
En la siguiente entrada explicaré como pinté la pantalla de mi lámpara. No te lo vayas a perder...
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